Echale la culpa a la serenidad

Si es cierto eso de la crisis de la mediana edad y estos cuarenta y dos años que tengo representan la mitad de mi vida, puedo afirmar sin temor a equivocarme que pasé media vida intentando responder preguntas que no tienen ningún sentido.
Arrancando por el sentido de la vida y terminando, porque de alguna manera estas palabras vienen a poner un punto final a la cuestión, decía, terminando por la existencia (o no) de un propósito personal, único e intransferible, al que evidentemente no he podido acceder.
He decidido dejar esas preguntas a un lado y encontrar un nuevo arsenal de interrogantes para mantenerme un poco entretenida. Al menos por un tiempo. O dos.
Tengamos en cuenta que una persona sin propósito (aparente) suele aburrirse con exagerada facilidad y a mi la exageración siempre me ha salido fácil.
He decidido, también, cambiar el foco de todas mis decisiones: la serenidad.
La serenidad es algo nuevo para mi.
La máxima sería más o menos "Elige lo que mayor serenidad te provoque".
Quiero irradiar música serena.
Serena que no es tranquila.
Serena que no es opaca, ni beige.
Serena que no es rutinaria ni liviana.

Serenidad, preparate.
Tengo la segunda mitad de mi vida para encontrarte.

PD. Corro con ventajas. 
Conozco todos los lugares dónde no estás.

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