La crisis de la mediana edad

 ¿Cómo no nos vamos a sentir más viejos si los millennials ya empezaron a cumplir los 40 durante el 2020?

Si, tal como se lee.
Los millennials ya andan transitando la famosa crisis de los 40 o también llamada crisis de la mediana edad.
Mitad de la vida de una persona si tenemos la suerte de vivir, al menos, durante 80 años.

Al margen de millennials, edades, y cuarentas, si hay algo que la pandemia que invade el planeta nos ha dejado de legado, es una gran crisis personal y colectiva.
En lo personal, nos cuestionamos todo.  
Familia, trabajo, lugar de residencia.
El tipo de alimentación que tenemos.
Los productos que consumimos.
Los libros que leemos, las películas que vemos, la música que escuchamos.

A todos nos tocaron las preguntas.
Algunos seguimos sin encontrar respuestas.
Pero nadie, absolutamente nadie, saldrá de este río tal como ha entrado.  
Porque no somos los mismos y el río tampoco.
Ni las palabras que lo nombran son las mismas.  
Ni al río, ni a nosotros, ni a los otros.

Están quienes nacieron, crecieron y se multiplicaron con el ideal tradicional de estudiar una carrera, conseguir un buen trabajo, la familia, el auto, la casa, los hijos, las vacaciones, el colegio privado y el club los fines de semana y hoy tienen ganas de mandar todo a la mismísima mierda porque nada de eso los hace dormir más tranquilos.

También están los que desde chicos se negaron a seguir ese plan de vida y se empecinaron en ir por caminos alternativos y no tienen ni trabajo, ni familia, ni auto, ni nada y lo único que ansían es tener un sueldo que les permita no tener que andar pensando en pagar las cuentas del mes siguiente.

Los que soñaron con tener hijos, y los tuvieron, claro.  No uno, sino dos o incluso tres y hoy los quieren meter pupilos porque no los soportan más.

Los que decidieron no tener hijos y dedicarse fundamentalmente a una carrera profesional y hoy lo que más desean en la vida es ir caminando de la mano con un petiso de cuatro años que sólo le pida cosas y le hable sin pausa.

Los que laburaron sin descanso para poder comprarse el departamento en la ciudad de sus sueños y hoy fantasean con una casita con un poco de pasto, una parrilla e incluso una pileta para pasar el verano un poco más relajado.

Los que viven en una casita con ese poco de pasto y están hartos de tener que ocuparse del jardín y el mantenimiento de la pileta.

Los que viajaban una hora y media a la mañana y otra hora y media a la tarde para llegar de su casa al trabajo y del trabajo a su casa y que no quieren volver a viajar en su vida.

Los que trabajan desde su casa y sólo piensan en poder ir a laburar a un bar con tal de salir de esas cuatro paredes.

La pandemia nos hizo frenar.
Mirar.  Escuchar.  Hablar.  Compartir o darnos cuenta que ya no compartíamos nada.  O muy poco.
Nos hizo extrañar, sacar, poner y volver a ordenar .
Nos hizo formular preguntas.  
A los otros y también, las más peligrosas, a nosotros.
Nos hizo cocinar, hacer ejercicio, reír y llorar.
Nos hizo cambiar millones de planes, cancelar viajes, eventos, negocios.
Nos hizo perder trabajos y como si todo eso fuera poco, nos hizo perder seres queridos.
Y eso, y sólo eso, nos cambió para siempre.
Y sin retorno.

No somos los mismos.
Y aunque a veces pareciera que ya ni siquiera hay un río que navegar, el río está ahí.
Tal vez más lejos.
Tal vez tengamos que agarrar la mochila y caminar un poco más.
Conseguir otro bote, más remos y algunos salvavidas.

No somos los mismos.
Somos otros.
Y eso lo hace aún más interesante.

Encantada de conocerte.
De nuevo.











Comentarios

  1. Encanto que no es lo mismo que enantoo

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    1. Juajaja.
      Gracias.

      No.
      No es lo mismo.
      Pues no somos los mismos.

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  2. Ay, Mariam! Aprovechá esta década porque a los 50 se termina todo!!! Ya no somos los mismos e incluso, algunos empezamos hasta a olvidarnos de quiénes éramos. Carpe Diem. Hermosa foto, hermoso otoño.

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    Respuestas
    1. Juajajajaj yo me olvido de todo desde chiquita así que no me voy a dar cuenta.
      Y no creo que se termine todo ni mucho menos.
      Empiezan otras cosas.

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