La muerte nos sienta bien

Somos una familia un poco extraterrestre.

Transitamos la muerte como parte de la vida y tratamos a la vida como si no existiera la muerte.

Algunos pensarán que tenemos mala suerte.
O que si la historia familiar fuera un guión de película, sería un drama tan tremendo que sería difícil de digerir.

Quizás es por eso que me inclino por esas series nórdicas tremebundas, oscuras y tormentosas.  
Me puedo ir a dormir tranquila porque es una pura ficción.  
Y en tiempos que corren, más triste es ver un noticioso.

Volviendo a la mala suerte de la familia, lo cierto es que yo no creo que se trate de mala o de buena suerte.  

Las personas mueren.
Y en una familia tan grande como la nuestra, no es tan extraño que se muera alguien cada tanto.

La muerte llega, lloramos un poco, resolvemos cuestiones prácticas y rápidamente comenzamos a hacer chistes.

Muchos sufren al escucharnos.
Otros ríen nerviosos.
Están los que lloran y somos nosotros quienes los consolamos.

Es nuestra especialidad tal vez.  
Consolar a las personas que lloran a nuestros muertos.

Es que nuestros muertos también son suyos aún sin ser familia.  
O siendo familia.

El tema es que en la línea sucesoria de mortandad hay ciertas prioridades.
Uno tiene más derecho a sufrir y a llorar cuánto más cercana es la persona que sufre con el difunto.

Si el muerto es mi papá, mi primo no puede estar más triste que yo que soy la hija.  
Es claro.

Si se muere mi abuela, mis tíos serían más directos que una amiga de la vieja.  
Así funciona y debería respetarse en toda familia de bien.

No es nuestro caso.
Nosotros consolamos a todos y a cada uno que ande sufriendo incluso si están detrás nuestro en el ranking de lágrimas.

Consuelo.
Con suelo.

Sin suelo.

Vamos un poco ligeros.
Sufrimos, claro que sufrimos.
Pero nos sacudimos la tristeza y encaramos lo que haya que encarar ahí adelante.

Porque siempre hay algo ahí adelante.
O alguien.

Alguien que te pega el tirón.  
No te empuja desde atrás, te mueve desde adelante.
Y es el que te hace levantar cada mañana aunque no tengas ganas.

Y poco más que eso.
No es un gran misterio.


Mi familia extraterrestre







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