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La lata de la suerte

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 Oliverio le adjudica la nevada a su lata de la suerte. Y no voy a ser yo quien le lleve la contraria en esta teoría. Hace unos días el Loro les trajo de regalo una lata de Coca Cola a cada uno. Ustedes dirán, bue, llamar regalo a una lata de Coca Cola es un poco mucho. Tal vez lo sea, pero si mis hijos lo festejan y lo agradecen como si fuera un regalo espectacular, para mi es un regalo espectacular. Lo mismo pasa cuando reciben una caja de golosinas, diez plastilinas, un frasco de Nutella o una caja de Rasti de miles de pesos. Son así. Agradecidos y efusivos. La cosa es que se tomaron la Coca en el almuerzo con extrema y desmedida alegría. Terminado el postre, Oliverio decidió lavarla y conservarla con mucho cuidado porque era su lata de la suerte. Dijo que mientras conservara esa lata, nada malo podría pasarle. Todo lo contrario, la buena suerte lo iba a acompañar cada día de su vida. Lo dijo con tanta confianza, con tanta seguridad y certeza, que le dije "Claro" sin dudar

Budín de polenta y naranja "Compañero Presidente Alberto Fernández"

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Vuelven las recetas para momentos de desesperación, negocios cerrados y muy pocos ingredientes en casa. El 2020 me encontró viviendo en una finca alejadita del pueblo. Horarios comerciales cortados por siesta + pandemia nos dejaron sin acceso a muchas cosas comestibles. ¿Se acuerdan todas las recetas del año pasado?  Todas eran o sin manteca, o sin huevos, o sin azúcar o sin harina porque siempre me faltaba algo. Lo que sigue es la Reina de lo que tenés en tu casa si o si. Y si no tenés esos ingredientes, bueno, tampoco hago milagros, viejo. Y deberías tenerlos. Budín de polenta y naranja Compañero Presidente Alberto Fernández Dos tazas de polenta Una taza de azúcar Una taza de leche Un cuarto de taza de aceite Un huevo Una cucharadita de polvo de hornear Una cucharadita generosa de canela Ralladura de una naranja Jugo de media naranja Mezclar todo en un bowl. Listo. Verter la mezcla en una budinera, horno medio 45' o hasta que veas que ya está hecho. ¿Alternativas de ingredientes?

Bajo la mirada atenta de William Morris

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Fui al entierro de mí primo sólo por mí abuela. Siendo nieto, fue más hijo que sus hijos. El gordo fue su sexto hijo.  El más débil y el que más dolores de cabeza le produjo. La vieja quedó viuda con cuarenta y pico de años, cinco hijos, mucho ruido y pocas nueces. Al tiempo se encontró con un bebito de veinte días en sus brazos al que tenía que cuidar más que a su propia vida. Temas de salud infinitos, internaciones, operaciones, viajes, desvelos y angustias para todos los gustos. Pero la vieja lo hizo todo por él. Todo y un poco más. Treinta y ocho años vivió. . Mi abuela había enterrado dos hijos en un mes y medio y cuando no habían pasado ni dos años de la muerte de mí papá y de mí tío, se murió Bryan. La tendencia a la muerte en mí familia es insólita. En fin. Tal como dije, fui al entierro de mi primo sólo por acompañar a la vieja. Si bien el Cementerio Británico es bastante amigable, sumado al hecho que tenemos bastante experiencia en el asunto, ese día no había como remontarlo.

Sentires que no son sentidos

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Los seres humanos necesitamos sentirnos queridos, deseados, amados, admirados, respetados, valorados. Y digo especialmente que necesitamos sentirnos porque tal vez ahí se encuentre la raíz de los vínculos. No importa que el otro me ame.   Importa que yo me sienta amado . Quizás el otro te desea con locura, pero si vos no te sentís deseado, ese deseo no existe . Sentirse. Es un movimiento hacia vos mismo.   De vos hacia vos.  El otro no aparece. Nos vinculamos como si esos sentimientos realmente existieran pero son puras interpretaciones. Interpretamos lo que provocamos en el otro y ellos hacen lo mismo con nosotros. Amor, deseo, simpatía, antipatía, admiración y rechazo, son en tanto podemos experimentarlo. Y lo hacemos desde las tripas. No hay cabeza ni corazón que intervengan en estas cuestiones. Tripas. Entrañas. Quizás alguien haya tenido las mismas divagaciones y de allí podría haber surgido la idea de mariposas en la panza . ¿ Y qué quiero decir con todo ésto ? Algo bastante senc

La muerte nos sienta bien

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Somos una familia un poco extraterrestre. Transitamos la muerte como parte de la vida y tratamos a la vida como si no existiera la muerte. Algunos pensarán que tenemos mala suerte. O que si la historia familiar fuera un guión de película, sería un drama tan tremendo que sería difícil de digerir. Quizás es por eso que me inclino por esas series nórdicas tremebundas, oscuras y tormentosas.   Me puedo ir a dormir tranquila porque es una pura ficción.   Y en tiempos que corren, más triste es ver un noticioso. Volviendo a la mala suerte de la familia, lo cierto es que yo no creo que se trate de mala o de buena suerte.   Las personas mueren. Y en una familia tan grande como la nuestra, no es tan extraño que se muera alguien cada tanto. La muerte llega, lloramos un poco, resolvemos cuestiones prácticas y rápidamente comenzamos a hacer chistes. Muchos sufren al escucharnos. Otros ríen nerviosos. Están los que lloran y somos nosotros quienes los consolamos. Es nuestra especialidad tal vez.   Co

La crisis de la mediana edad

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  ¿Cómo no nos vamos a sentir más viejos si los millennials ya empezaron a cumplir los 40 durante el 2020? Si, tal como se lee. Los millennials ya andan transitando la famosa crisis de los 40 o también llamada crisis de la mediana edad. Mitad de la vida de una persona si tenemos la suerte de vivir, al menos, durante 80 años. Al margen de millennials, edades, y cuarentas, si hay algo que la pandemia que invade el planeta nos ha dejado de legado, es una gran crisis personal y colectiva. En lo personal, nos cuestionamos todo.   Familia, trabajo, lugar de residencia. El tipo de alimentación que tenemos. Los productos que consumimos. Los libros que leemos, las películas que vemos, la música que escuchamos. A todos nos tocaron las preguntas. Algunos seguimos sin encontrar respuestas. Pero nadie, absolutamente nadie, saldrá de este río tal como ha entrado.   Porque no somos los mismos y el río tampoco. Ni las palabras que lo nombran son las mismas.   Ni al río, ni a nosotros, ni a los otros.

Receta de pan casero en 45 minutos

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     Compartir esta receta es casi como vivir en la película del día de la marmota.  Me la piden todo el tiempo y todo el tiempo la comparto porque modestia aparte, son los pancitos más fáciles, rápidos y ricos que comí hasta el momento.      P or supuesto que comí panes deliciosos, pero la relación tiempo, sabor y cero amasado que lleva esta receta, no tiene competencia.      Son ideales para cuando no tenés demasiados ingredientes y te agarra hambre, ganas de comer algo rico o visitas inesperadas.  Tengamos en cuenta que siempre viví en un pueblo donde los negocios cierran a la hora de la siesta.  Imaginen ahora que nos vinimos a vivir a una finca bastante alejada de los centros comerciales.      Amo el pan, mi familia ama el pan, mis amigos aman el pan. ¿Dije demasiadas veces la palabra pan?       Me encanta hacer pan, pero la verdad es que soy un poco ansiosa. Para cocinar y para todo.  Por esa razón es que siempre dejaba el pan de lado. Una leudada, amasar, otra leudada, cortar, e